14 ene 2015

El Diario de un Seductor

Soren Kierkegaard (danés, 1813 - 1855) fue un religioso occidental casi fanático (la palabra fanático surje en la historia como definición de los evangélicos, de los protestantes). Fue un hedonista declarado que vio en el propio individuo, en una apreciación filosófica, la razón de la fe, y no precisamente en la existencia de Dios. La existencia precede a la esencia. Esta proposición y razonamiento fundamenta un movimiento que solo empezó formalmente en el siglo XX en Alemania, y que Sartre lo termina de personificar y quizás acuñar: el existencialismo.

No hay mucha evidencia, no la he encontrado, de Kierkegaard, jorobado de nacimiento, con una fe que le angustiaba, como exitoso seductor cuanto de un simple vividor que en sus confusiones éticas dejó plantada a su prometida casi en la iglesia. El Diario de un Seductor, curiosamente, es la referencia de su filosofía como, al menos en este sentido, lo fueron La Metamorfosis de Kafka, y La Náusea de Sartre. Durante todo este tiempo la filosofía, así como la literatura, oscila desde la fe basada en el temor, a la angustia, y se manifiesta más antropocéntrica que en torno a un creador; va del cristianismo al agnosticismo, y al ateísmo. Los tres grandes filósofos del existencialismo, entre ellos Kierkegaard, mostraron sus definiciones y contradicciones: Heidegger es pro nazi, Sartre (y Simone de Beauvoir, su pareja) alientan la revolución cubana al extremo que visitan en 1962 al ché Guevara. En la novela de nuestra referencia el personaje seduce a una sola mujer, Cordelia, sin ignorar los prejuicios de religión y género. (RR)  

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