"Nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir..."
Jorge Manrique, en las
Coplas por la muerte de su padre, describe el destino inexorable de la muerte, comparando nuestras vidas con los ríos, que todos llegan al mar, donde desaparecen y se vuelven anónimos.
"¿Quieres que hablemos...? Está
bien, empieza..., /habla a mi corazón como otros días, /Pero no... ¿Qué dirías...? /¿Qué podrías decir a mi tristeza?"
Ismael Enrique Arciniegas, en su poema A solas, pide a su amante que le hable a su corazón, es decir, que le hable de sus sentimientos por él. Su tristeza aparece como una tercera persona a la que se le puede hablar.
"Talvez bajo otro cielo la gloria nos sonríe..."
Porfirio Barba Jacob, en su Canción de la Vida Profunda, sugiere que la vida puede tener giros inesperados, para un destino mejor.
"Con el aire se batían /las espadas de los lirios"
García Lorca quiso decir que La Casada Infiel había sido mancillada, que no es más que otra metáfora, esta vez mía.
"...Del alma ebria de luz y enferma de infinito"
Medardo Ángel Silva, en Lo tardío.
"Soy el desesperado, la palabra sin ecos, /el que lo perdió todo y el que todo lo tuvo"
Neruda, en su Poema 8, se define en un momento como la palabra sin ecos, es decir, como un hombre solitario, sin amigos.
"...Y cae sobre tu piel /toda la miel /que provocas /si tú me tocas"
Lilian Toledo, la única escritora de los citados aquí que aún escribe, habla de una miel inexistente que aparece cuando él la toca. Simboliza la miel, su respuesta lasciva.
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