"...In thunder, lighting, or in rain?". Con estos versos empieza Shakespeare Macbeth. Sí, antes nos reuníamos los tres, llueve truene o relampaguee... Juan Fernando Salazar, Marcelo Montalvo y yo. Nos juntábamos a conversar, a leer, a beber (esto nunca supo Shakespeare). En una ocasión nos encontrábamos en la quinta Bauhaus donde vivía el Juan solo, con su ama de llaves (ésta sí, salida de Macbeth), tras el monasterio de Guápulo, antes de convertirse en universidad, y al terminar la cena encuentro en una estantería de pasillo nada menos que la poesía completa de
Pedro Salinas. Vale decir que el Juan y el Mache conocieron por mí a Salinas, y que yo conocí a otros a través de ellos, como
Pessôa, Russell, y hasta Galeano y Benedetti.
Encantado con el hallazgo trataba yo de leerles mi página favorita de Razón de Amor
(1), pero nunca logré encontrarla. Juan cogió la posta, y nos leyó él su página favorita:
"¿Serás amor un largo adiós que no se acaba...?"
Esto fue en extremo emocionante, pues eran los mismos versos que yo buscaba. Esta fue una de las varias coincidencias con Juan, que como Lord Byron, mi querido amigo Carlos Quirós y yo, nacimos un 22 de enero.
(1) Yo solo conocía entonces
Razón de Amor, y
La Voz a ti debida.
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