11 ene 2015

Escritores y el autor de este blog

Gustavo Vásconez Hurtado (Camino de las Landas, Reloj de Agua, La Isla de los Gatos...), padre de Javier Vásconez (el 'lechuga' de la jorga de la calle García, de Quito, escritor también), me dio para su corrección el original de Tierra de nadie, que se publicaría como La Isla de los Gatos. Aún lo conservo. Ricardo Descalzi, dramaturgo e historiador del teatro ecuatoriano, me recibía cada jueves, en las tertulias de El Comercio a las que asistíamos, anunciándome como el hacedor de cuentos, vocación que él veía en mí por mis artículos en el periódico. Aún no escribo el primero. Muchos de mis supuestos cuentos eran solo estampas, como definió Vargas Llosa a algunos cuentos de James Joyce en Dublinenses.

Francisco Tobar García, gran dramaturgo, poeta y novelista, contestaba mis cartas cuando era diplomático en Madrid, a través de su columna de El Comercio. Me hizo un poema. El Doctor Juan Páez Terán, insigne poeta ecuatoriano, me permitió prologar su último libro. Raúl Pérez Torres, director de la Casa de la Cultura, novelista más que poeta, me pidió prestado El Rey de la Leña, en su edición original, de Marco Antonio Restrepo, y nunca me lo devolvió. Eliecer Enríquez Bermeo (Quito a través de los siglos, Guayaquil a través de los siglos, Quito Relicario de Sucre...), fue mi abuelo.
Mi madre, Rosa Enríquez Ferri, hizo un envío a Hastío, de Lilian de Toledo, en versos alejandrinos... sin saber que tenían catorce sílabas. Juan Páez le escribió un soneto a mi madre.

El envío de mi madre a Hastío dice así:
"Yo sí sé que te quise, pero ahora me cansas, /y el cansancio ha llegado por tus gélidos besos, /y esas ansías enormes de vivir siempre tu vida /y es ahora mi vida la que clama en silencio, /libertad y partida, y final de este encuentro"

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