Este ensayo de Eduardo Galeano fue el vademécum de toda la juventud revolucionaria latinoamericana de los setentas, fue su biblia, su sumae filosófica, su razón-de-ser-en-el-mundo. Y claro, el libro era antiimperialista, entendiéndose por imperio a las potencias europeas colonialistas de siglos pasados, y a los Estados Unidos. Yo también, con el Mache, caí en esa vorágine. En mayo de 2014 Galeano públicamente declaró su arrepentimiento y su equivocación por haber escrito la obra. Bueno, usó otras palabras:
“No sería capaz de leerlo de nuevo. Caería desmayado”. Así lo dijo durante una visita a Brasil el mes pasado, donde participó en la Segunda Bienal del Libro en Brasilia, realizada entre el 11 y el 21 de abril pasados. “Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al hospital”, dijo el autor, de 73 años, en una rueda de prensa
Galeano me autografió su libro, en la Librería Pomaire en Quito, por esos años.
La entrevista en El País
Sumame a la lista de detractores de este libro
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